La palabra contabilidad proviene del verbo latino computare, el cual significa contar: tanto en el sentido de sacar cuentas como en el sentido de relatar o hacer historia, es decir, la contabilidad de hoy en día no sólo lleva las cuentas aritméticamente, sino también provee un relato histórico del acontecer económico financiero de la empresa y organización.
Según Suárez (2001) “el vocablo
contabilidad, nos permite descubrir que una vez que la acción de contar se
realiza sistemáticamente y se registran sus resultados, tenemos el comienzo de
una contabilidad en medio de un camino lleno de abrojos que revela su dimensión
jurídica".
En nuestros tiempos, hasta los pequeños
comerciantes, que atienden su propio negocio siente la necesidad de anotar
ciertos detalles de la operaciones realizadas, ya que la memoria no retiene
fielmente estos datos, lo que ha hecho necesario apoyarse en esta ciencia para
lograr un control minucioso y sistemático de las operaciones realizadas en
cualquier organización, dotando de información financiera a las organizaciones
para la toma de decisiones.
La contabilidad como se conoce actualmente,
es el producto de toda una gran cantidad de prácticas mercantiles disímiles que
han exigido a través de los años, el
mejorar de la calidad de la información financiera en las empresas. Para
mejorar la calidad de la información contable debe existir en principio un
cuerpo doctrinario, el cual se encuentra conformado por los principios de
contabilidad generalmente aceptados. En segundo por término, ese cuerpo
doctrinario tiene que ser aplicado para que la información financiera cumpla
con un mínimo de requisitos de calidad en función de las necesidades en la toma
de decisiones. Sea en forma rudimentaria o empírica, la contabilidad aplica
estos dos elementos a largo plazo de todo un proceso evolutivo.